6:00 a.m. Aeropuerto de Barajas.
Punto de encuentro. Allí estaban Los Félix (Diez y Fariza) ya esperándome. Se
respiraba ilusión, mucha ilusión, pero al mismo tiempo había cierta tensión, 32
años, para este club, son muchos años sin ganar el más preciado trofeo a nivel
de clubes. Supongo que algunos aun guardaban en su retina la final del 81.
Tras un baño de madridismo
rodeado de mucho optimismo, pero a la vez con mucha cautela, ya que la
temporada no fue nada positiva para nuestro equipo, salimos rumbo a Amsterdam.
Cántico tras cantico aterrizamos en el Aeropuerto de esa bonita ciudad.
Día intenso lleno de anécdotas,
pero, sobre todo con un gran ambiente entre las dos aficiones. Paseo en barco
por los canales, visita a los lugares más
emblemáticos de la ciudad hasta confluir en la Plaza del Damm, donde se juntaban
las dos aficiones separadas por la calle que la atraviesa. Banderas, cánticos,
bocinas, etc. Había ya ambiente de gran final.
Agasajados por la muchedumbre para
conseguir los famosos gorritos de Amstel (amarillos y blancos) que un camión
repartía en medio de la gran plaza, nos llegó la hora del aperitivo. Cervecitas
de rigor y brindis por lo que podría ser….
Llegaba la hora, cogimos el metro
con dirección al Estadio. Ahora sí, las caras
mostraban nerviosismo. Intercambio de bufandas con los hinchas
juventinos. Ya estábamos allí, paseando entre los campos de fútbol que componen
la escuela del Ajax, mientras se producía la apertura de puertas.

20:45 Llegó la hora empieza el
partido. A partir de aquí, cúmulos de sensaciones que iban y venían en uno u otro
sentido, cambiando por minutos, hasta ese M.67’ ya histórico e inolvidable,
Pedja Mijatovic (la,la,ra,la,ra), nos hacía soñar con lo que todos esperábamos,
esa séptima Copa de Europa tan anhelada. El último cuarto de hora fue de
infarto, nos agarrábamos en la grada, mirábamos para el suelo cuando el balón
se acercaba por nuestra portería, el reloj no corría…. FINAL!!!!!!!!
¡EL REAL MADRID C.F. CAMPEON DE
EUROPA!
La alegría nos desbordaba, abrazos,
risas, llantos. No tenía forma de parar mis lágrimas de emoción. Incapaz de
articular palabra por teléfono para explicar a mi mujer y amigos lo que sentíamos.
Había merecido la pena, el madrugón, el perder la cartera al hacerme con el
gorrito Amstel (que guardo como oro en paño), el susto cuando casi extraviamos
nuestras entradas, el desorganizado viaje de vuelta, todo había merecido la pena.
20 de Mayo de 1998. Fecha grabada
en nuestros corazones. Hace hoy 17 años.
¡Hala Madrid!
grandeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. Gloria Eterna al montenegrino.
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